Migrar con el estomago vacío.



"Tener una percepción del acto de migrar cuando no has comido, difiere de aquella cuando ya has ingerido alimentos. La visión se aclara y puede ser, que lo malo se diluya".

Hablar de interculturalidad en contextos multiculturales depende de la óptica de valores preconcebidos de las culturas de donde cada uno viene. Hace poco, en mi clase de español para extranjeros, con la excusa de trabajar el condicional, sugerí a mis alumnos que construyeran frases con... mejoraría de Barcelona o si me voy de Barcelona me llevaría a mi país como ejemplo …



 Las respuestas fueron mas complejas de lo que esperaba. Ninguno pudo decir nada sin referenciar a su país de origen. Tres realidades me fueron explicadas: Corea del Sur, Bielorrusia y Japón. ¿Cuál es la situación política y económica actual de sus paises? fue la primera pregunta que debieron hacersen los alumnos para dar paso a la pregunta inicial.

Por un lado, la estudiante japonesa reconoció lo cerrado que son los japoneses en todo, excepto en la comida y los intercambiós científicos. También confesó no disfrutar del tiempo libre. Por su puesto cree que aquí la gente descansa demasiado. Ella mejoraría Barcelona construyendo más parques. Y se llevaría las recetas aprendidas.

La chica de Corea del Sur, narrró la vida denfrenada que viven y las diferencias marcadas de las dos Coreas. Ella mejoraría la limpieza de la ciudad y se llevaría las pausas de los comercios. En Corea del Sur las tiendas están abiertas 24 horas.

El alumno recien llegado de Bielorrusia, explicó que él como ruso no sabia nada de la lengua biolorrusa y que la estrategia de separación de su país con Rusia era producto de la guerra fria y de USA. Sin embargo, ahora que eran un estado más pequeño, se podían autogestionar y por ello estabán mejor que Rusia. El mejoraría los espacios públicos y no se llevaría nada.

¿Qué pasa con las culturas que cohexisten bajo un mismo estado, donde la mayoría de las veces, son pisoteados por el poder colonialista? Es un fenómeno que cada día se hace más evidente: saharauis, amazic, flamencos, kurdos, vascos, catalanes, cohexisten en un territorio que aún no se acostumbran a compartir y en medio de las presiones luchan para que sobrevivan sus elementos de identidad.

Y en medio de los nacionalismos, respetables y auténticos, ¿dónde quedan los pueblos que migran, se transladan y hacen de sus raíces una red extensa y débil? Se desdibujan tal vez, en la distancia. Pierden a veces la noción de su lengua, de sus costumbres y se mezclan con anhelo entre la gente nativa de una tierra que hacen también suya. Se sienten de dos lados, de tres, de muchos. Hablan muchas lenguas y aceptan como verdad muchas realidades diferentes. Sus puntos de referencias, hacen que su mirada sea, tal vez, un conjunto rico y poderoso.

Sin darse cuenta aman ahora a dos tierras, las sienten suyas y las cuidan, en la distancia o en la cercanía trabajan para hermanar naciones que tal vez nunca se habían visto y en el anonimato, lloran las tristezas de uno y de los otros.

Eso pasa cuando migras. Sin darte cuenta las alegrías son dobles, pero también lo son los dolores, no entiendes como pasaste de no tener eje a tener trípodes enteros y a ver a la humanidad con ojos de niño, disfrutando de las delicias de cada tierra y de la amabilidad de todos los hombres que las habitan.

Por eso, se producen fenómenos que visibilizan la riqueza de las sociedades donde cohexisten varias culturas, no por separado, sino mezclándose entre ellas, disfrutándose de cerca y creando experimientos artísticos que se producen en el mundo entero. ¿Saben cómo se gestó el "Tex Mex"? Nació de la mezcla entre la música de los mejicanos inmigrantes que vivian en los Estados Unidos y los alemanes que tocaban música tradicional, también inmigrantes en U.S.A., y así miles de ritmos, miles de nuevas miradas, de nuevos diseños y nuevas palabras se gestan en el fuego cambiante de las sociedades diversas.

Con fuego y muy segurante con dolor, es como se crea casi todo, los seres humanos en el vientre, las semillas en la tierra, la comida en el horno. Así se cuece, se cocina y se pone en una mesa llena de gentes que hablan mil idiomas y sonrien en uno sólo, es como se contruyen las sociedades dispuestas a compartir un sólo trozo de tierra.

Los inmigrantes, no son pues, materia de abono para las guerras internas de un país que se deshace en sus propios dilemas, son seres humanos que han sido valientes y soñadores y han apostado todo lo que tienen para construirse, quizas, un futuro mejor. Los mal llamados inmigrantes somos simplemente la consecuencia de un mundo mal organizado. ¿Por qué vas a abandonar a tu familia y a tu tierra, si el color de tus ojos, de tu cabello, de tu piel y hasta la altura que tienes han sido diseñadas para la tierra que te ha visto nacer?

Y aún así, casi nadie migra por gusto. Pero cuando decides migrar la maldición de la ciudad ideal te persigue allí donde vas. Ya nunca estarás bien ni en tu tierra, ni en las ajenas, ni en las que adoptas o las que te acojen y además, sufrirás doblemente por lo que pasa en tus dos patrias. Por eso, tu tierra, tu lugar, sólo lo puedes encontrar en ese sitio innamovible de tu alma.

Autora: Omaira Beltrán Sánchez, periodista i coordinadora de Llatins per Catalunya